Monday, January 29, 2007

Columna de Opinión publicada en La Patria

El diablo
El Carnaval es un propósito colectivo y democrático, capaz de unir etnias y clases sociales en un trabajo que alterna sin pausa la preparación y la ejecución.

Quedé completa y positivamente impresionado. El Carnaval del Diablo de Riosucio es no solamente todo un espectáculo, sino la mayor movilización ciudadana que yo conozca -no política o religiosa- en torno a una causa. Después de ver esto uno puede decir, ¡cuando hay un objetivo común todo es posible! Del Carnaval pueden hablar horas los antropólogos, los sociólogos, los historiadores, los filósofos y los artistas. A ellos dejo estos temas. Yo quiero referirme al potencial de desarrollo que tienen el Carnaval y eventos similares.
Lo primero es identificar los elementos que están presentes. El más evidente es el atractivo turístico: es algo diferente, autóctono, muy vistoso e impactante. Según el censo del 2005 en la cabecera municipal viven 13.469 personas y yo calculo en cerca de 100.000 las que estaban los dos días más importantes de la festividad. El Carnaval tiene ya fama mundial. Pero más allá del atractivo mismo de los desfiles y los fabulosos atuendos, está la amabilidad de su gente. Abren literalmente sus casas para que entre el que quiera, en cada una de ellas se alojan muchas personas que no alcanzan cupo en los hoteles, cada riosuceño conoce a profundidad su historia y la relata con amor por su tierra y con mucha gracia. Pero si el elemento más evidente es el turismo, el más relevante es la cohesión social manifestada en los eventos y en la convivencia. El Carnaval es un propósito colectivo y democrático, capaz de unir etnias y clases sociales en un trabajo que alterna sin pausa la preparación y la ejecución. Tanto los habitantes de Riosucio como sus colonias en otras ciudades y los resguardos indígenas pasan dos años diseñando y haciendo los disfraces, recogiendo fondos, preparando las cuadrillas (nombre que les dan a las comparsas), componiendo las canciones, redactando los diálogos del diablo con el pueblo, etc.
La Junta Directiva del Carnaval tiene dos responsabilidades fundamentales: preparar los eventos y obtener patrocinios. Yo les sugiero adicionar una más: conseguir que este propósito común y esta capacidad de atraer turistas se transforme en desarrollo.
¿Cómo? De muchas maneras. Por ejemplo, convirtiendo la ciudad en un gran hotel cuyas habitaciones se encuentren diseminadas en las casas, con adecuada dotación, con tarifas y servicios unificados (alimentación, arreglo de ropa, etc.); creando una escuela de turismo (si no existe ya); canalizando inversión pública y privada al municipio (tarea de las colonias que supongo ya cumplen); ideando atractivos permanentes (ya tienen algunos pero pueden hacer más); teniendo una bolsa de empleo nacional bien estructurada (otra tarea para las colonias).
Como dicen las señoras, me da envidia de la buena. La Feria de Manizales, así como las fiestas y los ciudadanos de cada uno de los municipios del Departamento tenemos mucho qué aprender de este diablo.
Tomado de:

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